En el mundo PyME, la mayoría de los errores graves no vienen de la competencia ni de la falta de ideas.
El enemigo más peligroso suele estar en la cabeza del propio dueño: el sesgo de optimismo.
Ese sesgo tiene nombre y apellido: la Falacia de la Planificación, descrita por Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía. En pocas palabras: los empresarios subestiman de manera sistemática el tiempo y los recursos necesarios para llevar a cabo sus proyectos.
El resultado: más estrés, menos caja y equipos que se queman intentando cumplir promesas imposibles.
El optimismo mal calculado: la trampa número uno de las PyMEs
No es un problema de gestión ni de capacidad. Es un problema de psicología.
Cuando un dueño de PyME dice:
- “Esta obra va a estar lista en 90 días” y termina demorando 9 meses.
- “Esta campaña se paga sola en 30 días” y recién ve resultados a los 6 meses.
Lo que está en juego no es solo tiempo, sino dinero y confianza:
- Caja que se evapora antes de que el retorno llegue.
- Oportunidades que se pierden por estar atado a un plan irreal.
- Motivación del equipo que se desgasta frente a cada nuevo “plazo incumplido”.
El costo invisible del optimismo no es el retraso: es la erosión silenciosa de los recursos más críticos de la empresa.
Cómo blindarte contra la falacia de la planificación
La solución no es ser pesimista. Es planificar con realismo estratégico.
Aquí tres prácticas que aplico con mis clientes PyME:
- Hacé un “pre-mortem”
Antes de empezar, imaginá que el proyecto ya fracasó. ¿Qué lo hizo caer? Esa lista de riesgos ocultos es tu seguro de vida. - Aumentá tus estimaciones
Sumá un 30% de tiempo y presupuesto a lo que calcules. Puede doler en el Excel, pero duele más quedarte sin caja a mitad de camino. - Traé ojos externos
La mirada de alguien que no está contaminado con tu entusiasmo es el mejor antídoto contra el autoengaño.
La diferencia entre crecer y hundirse
Las PyMEs que sobreviven no son las que más reman fuerte, sino las que deciden mejor.
Un plan realista vale más que un sueño mal calculado.
La próxima vez que digas “esto lo resolvemos en tres meses”, preguntate:
👉 ¿qué me hace pensar que esta vez será distinto?
Conclusión
La falacia de la planificación mata más PYMEs que la competencia.
El optimismo ingenuo no es un activo, es un pasivo.
Si querés crecer con estrategia y sin autoengaños, el primer paso es reconocer este sesgo. El segundo, diseñar decisiones basadas en datos y escenarios realistas.
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